El corazón de la mística
Juan Espinosa, estudioso, escritor y practicante en el Mensaje de Silo, ha presentado en Barcelona su libro “El corazón de la mística”,
Invitado por el Centro de Estudios Parc Odena.
Adjuntamos la transcripción de su presentación:
En primer lugar hablaremos sobre cuál es el tema de este libro y desde
qué punto de vista está tratado. Desde luego el tema es la mística en el
más amplio sentido de la palabra. Pero de ella se estudian en este libro
principalmente dos aspectos: por un lado las experiencias místicas, por
otro los procedimientos o las formas de producirlas. Por tanto, se dejan de
lado aspectos teológicos, doctrinarios, análisis teóricos o psicológicos. Sin
duda, en el libro se hacen algunos análisis e interpretaciones, pero no es el
tema central. El asunto central son las experiencias de los espirituales y los
modos de llegar a ellas.
Y el estudio de estos místicos está desarrollado desde un punto de vista
que me parece es de interés: se ha hecho partiendo de mi experiencia
espiritual. No se ha desarrollado desde un punto de vista ajeno, frio,
distante, analítico; sino desde una visión experiencial, o sea, desde lo que
me pasa, desde lo que sucede en mi vida y mi desarrollo espiritual.
Pero todos sabemos que las experiencias pueden ser interpretadas
de muy diversas maneras. No se interpreta la experiencia mística igual
para un cristiano del siglo XVI, que para otro del siglo XX o para un
budista, o para un yogui. Tampoco será igual la interpretación que elabore
un psicólogo racionalista a la de un psicólogo existencialista. Son las
creencias y el aparato ideológico lo que marca las interpretaciones de las
experiencias, se sea consciente de esto o no. El sistema interpretativo aquí
presente es el dado por Silo en su concepción psicológica y espiritual del
ser humano en su libro Apuntes de Psicología.
Esta concepción aportada por Silo no es nueva en la historia y en
algunos de sus aspectos centrales no difiere de la de Buda, por ejemplo;
no difiere tampoco de la de algunas corrientes del budismo zen, o
del sufismo. Solo que esta concepción en Silo toma un alto vuelo y se
presenta con el lenguaje del momento histórico actual y preparada para el
ser humano del futuro. Sobre la concepción del ser humano hablaremos
más adelante.
Esto puedo decir en cuanto al tema del libro y en cuanto al punto
de vista aplicado. Pero esto no justifica la existencia de este libro.
Entonces, ¿para qué se escribe este libro? En realidad este libro no
tiene un “para qué” sino varios. Como en muchas acciones humanas,
diversas intenciones actúan dando lugar a una acción que en apariencia
es simple pero que conlleva detrás varias intenciones que empujando
por expresarse se imbrican en diferentes proporciones dando lugar al
acto preciso. Los amantes de las finuras psicológicas y de la comprensión
profunda del funcionamiento de la conciencia entienden bien esto.
Un objetivo de este libro es mostrar lo que ya para algunos es una
obviedad: que lo místico está en todas las culturas y en todos los
momentos históricos. Y además que debemos hacer un esfuerzo por
separar mística de religión, porque claramente no es lo mismo. Como se
dice en algún momento en una de sus páginas:
“Ahora vivimos en un tiempo de reacción a lo religioso.
Cualquier cosa que huela a esto es rechazada o tachada. ¿Y qué
tendrá que ver lo religioso con lo místico? Más aún ¿qué sería
del cristianismo, del Islam o de cualquier religión, sin lo místico?
Nada, simplemente no habría existido. La experiencia espiritual
profunda, o sea, lo místico, es la chispa sagrada que incendia a
los grandes fundadores de religiones que, desde esa experiencia,
arrojan esos huracanes que transforman la Historia. Lo místico
florece en todos los tiempos y en todas las culturas e intenta
adaptarse y sobrevivir en el mundo que le toca vivir. Lo místico
es universal, atemporal. Estuvo en lo anterior, está en el durante
y estará en lo posterior a todas las religiones. Porque está en
el alma humana como el enamoramiento, el arte, la poesía, la
amistad y lo divino.”
Quiero decir, que la experiencia espiritual es tan antigua como el
hombre, que es tan diversa culturalmente como pueblos o tribus hay en
el planeta y que es un despropósito y una soberbia sin razón pretender
que cierta mística de ciertas áreas o que nace bajo el andamiaje de ciertas
religiones es superior a la mística chamánica, a la mística aparentemente
desestructurada del yoga o del tantrismo.
Otro objetivo de este libro es mostrar elementos comunes en
las místicas de diferentes culturas y momentos históricos. En este
libro simplemente se muestran para que cada cual desarrolle sus
comprensiones porque el autor no se ve capacitado para desarrollar
un análisis universalista de la mística, a modo de meta-mistica. Pero los
elementos están y algunos se ven con cierta facilidad. Como ejemplo
diremos que prácticamente todos los místicos, tanto los que aparecen
en este libro como otros que he estudiado coinciden en esta máxima que
podríamos expresar así: en lo profundo de la conciencia humana están
accesibles las experiencias que te enseñan el Sentido de la vida, el Sentido
de todo lo existente y estas experiencias además te enseñan tu propia
inmortalidad. (Más adelante volveremos sobre esto).
Otro “para qué” es el intento de derribar algunas creencias sobre la
dificultad de la experiencia y mostrar que lo Sagrado, lo Profundo, lo
místico no es tan inaccesible de experimentar. Solo basta ver el Camino
por el que avanzan estos espirituales para apercibirse que este Camino
no es tan difícil y solo en andarlo –independientemente de hasta donde
se avance- hay gran provecho interno en la superación de sufrimiento,
gran avance hacia la paz interna, hacia la liberación, hacia la superación de
temores, de ataduras, hacia la felicidad.
El interés personal tiene que ver con lo que me ha pasado. Cuando hace
ya unos 13 años me puse a hacer trabajo interno, trabajo espiritual, al
poco tiempo me empezaron a pasar cosas, se fueron despertando algunas
experiencias gracias a la nueva corriente espiritual en la que participaba:
el Mensaje de Silo. Enseguida que se inició el camino de experiencia
me empecé a preguntar como hacían los místicos de otras épocas, qué
procedimientos y qué experiencias tenían. Así inicié la lectura y el estudio
que desde el principio fue un poco obsesivo. Casi no podía dejar de leer
e investigar cada día. Se metía en mis sueños. Poco a poco ese estudio al
principio algo anárquico fue tomando orden y forma. Pero no decayó en
todo este tiempo el valor personal que tenía, una gran resonancia interna
en mi de tal modo que aún hoy, después de haber leído tantas veces a
Teresa de Jesús o cualquiera de los otros místicos, aun hoy su lectura me
conectan, me tocan y me incendian internamente. De todos estos años
de estudio fructificaron algunas monografías que se reunieron para armar
este libro.
Una vez definida la materia que trata el libro y sus objetivos,
abordemos algunos temas de fondo. Temas que están detrás de lo místico
y que no se suelen estudian, que no se hablan pero me parecen temas
decisivos.
Uno de estos temas es el concepto de ser humano. Podríamos,
sintetizando, presentar dos ideas básicas acerca del hombre. Una primera
que afirma que tenemos una parte material, un cuerpo y que tenemos
una parte psicológica, una conciencia. Y no mas. Este cuerpo y esta
conciencia unidos disfrutan o sufren en esta vida y una vez terminado su
periodo, la muerte termina con ambas partes. Este es el concepto mas
extendido actualmente en Occidente desde que hace unos cuatro siglos el
racionalismo fuese inundando todas las capas sociales, todos los aspectos
de la vida personal y social, incluyendo la religiosa. Este racionalismo
ahora está haciendo aguas, está resquebrajándose, y eso está poniendo a
las personas en una nueva situación que me parece más interesante.
El otro concepto de ser humano es aquél que afirma que efectivamente
tenemos una parte material, física; una parte psicológica, o sea, una
conciencia; y que además tenemos una parte espiritual, trascendente e
inmortal, que se puede experimentar, como se puede experimentar la
alegría, el temor, el nerviosismo, o el amor. Este es el concepto que está
detrás de toda mística y este es el intento de todo místico: experimentar,
sentir, crecer, desarrollar esta parte espiritual para que ocupe un espacio
central en la vida cotidiana en la creencia, que comparto a pies juntillas,
que no hay nada que haga al ser humano más feliz y pleno que la
experiencia espiritual.
Este es el concepto que ahora de nuevo se está despertando en
Occidente y en otras partes del planeta; y ya se empieza a sentir en el
aire una primera y, quizá tímida, quizá medio confusa todavía, ola de
espiritualidad. Y esto es para alegrarse porque va a hacer al ser humano
más feliz y, lo que es muy importante, va a hacer a las sociedades más
coherentes, más justas, menos violentas, más humanas. Porque se va a
empezar a entender que como todos tenemos una parte espiritual, una
parte sagrada, el ser humano debe ser tratado en consecuencia de esto,
con su plena dignidad, con sus plenos e iguales derechos y posibilidades
para todos. Desde mi punto de vista, el impacto social que puede tener la
expansión de este concepto y de esta experiencia espiritual que pone a
todos los seres humanos en igualdad ante la muerte, ante lo sagrado, va a
ser tal que sociedades y continentes enteros con el paso de los siglos van
a ser transformados como ya pasó en ocasiones anteriores en la historia.
Conocemos muy bien los casos del pasado en los que lo transcendente
irrumpió en lo social y culturas enteras fueron volteadas.
Este es un tema de un calado y de una importancia que escapan a
esta exposición. Pero como pequeño inciso diré, que el nihilismo, el
materialismo, el racionalismo tienen en común aquél concepto corto del
ser humano y estas ideologías son las que han construido el mundo actual
que no es bueno más que para un grupo insignificante, numéricamente
hablando, de personas en el planeta. Y que aquellos ideales de la carta de
derechos humanos, de las constitución francesa y norteamericana de hace
dos siglos no se han cumplido ni se van a cumplir mientras el materialismo
y el racionalismo estén en el conciencia y el corazón de la gente.
Otro de esos temas de los que no se hablan pero que son esenciales
en lo místico se refiere al motor que impulsa las búsquedas de los
espirituales. ¿Por qué una persona debería dejar los valores sociales
y familiares, por qué debería quizá arriesgar su situación económica,
personal, para tomar un camino que no tiene seguridad de que le lleve
a donde quiere sabiendo que seguramente le va a perjudicar en sus
relaciones, en su situación personal? ¿qué está impulsando al místico?
Preguntado de otra manera, ¿de dónde quiere salir y a dónde quiere
llegar?
Para mí, ese motor básico, fuerte y decisivo es la experiencia de vacio
interior. O dicho con una palabra problemática, el sentimiento de fracaso.
Esa sensación de fracaso existencial, con todo su peso psicológico, con
todo su peso vital, es la que pone a la persona en situación de libertad
interior y gracias a eso poder decidir hacia donde orienta sus pasos. Es
además la espoleta que despierta la necesidad interna y pone a la persona
en el Camino.
Sin el fracaso no hay continuidad en las búsquedas místicas. El fracaso
es una de las cosas más positivas e interesantes que le puede pasar a un
ser humano ya que lo que le está ocurriendo es que se le está cayendo un
viejo traje que le hacía andar tieso y apretado y que le estaba impidiendo
el crecimiento, la libertad y la felicidad. Quizá el fracaso da miedo, quizá
a veces se siente como perdida. Pero es la pérdida de algo que ya no va,
que no me está valiendo, que me ha estado creando problemas porque
me forzaba en mi estilo de vida, me forzaba en mi sistema de relación y
sobre todo me forzaba a mí mismo cerrando mis aspiraciones profundas,
me violentaba a mí mismo al llevar una vida que en lo profundo de mí
no quería. Es todo un tema este del fracaso personal. Nos da mucho
problema este tema. Sin embargo, sin él, no vamos a poder emprender
un camino diferente, un Camino espiritual. Es esta situación psicológica
por la que pasan los místicos y es la que abre la puerta a las grandes
experiencias.
El tema se puede ver desde otros ángulos. Por ejemplo, desde el punto
de vista social estamos asistiendo al fracaso de un mundo materialista.
Y este fracaso social, político, económico, sobre todo de valores, está
haciendo su parte también para que las personas empiecen a preguntarse
otras cosas. O sea, si no fracasas individualmente, es el fracaso de la
sociedad la que te pone en situación de reflexionar.
Porque, si no lo haces –y esto lo advierten muchos místicos- si no
reflexionas al menos una vez en tu vida acerca de la dirección de tus actos,
del sentido de tu existencia, ¿qué va a pasar contigo el día de la muerte?
Ahora puedes reflexionar, quizá ese día no puedas. ¿Y si el tipo de vida
que tengas tiene que ver con lo que pase en la muerte y más allá de la
muerte? O dicho de otra forma, ¿y si el tipo de vida que tienes va a marcar
lo que te pase después de la muerte? Dejemos esta pregunta en el aire.
Así que sea por situación individual, o por fracaso de lo social, o por la
cercanía de la muerte, este tema se viene encima de uno y es inevitable
sentir el vacío. Ese vació que sienten y describen los místicos y que es la
verdadera sala de inicio de un Camino espiritual que puede llegar muy
lejos.
Creo que este Camino no tiene un final ni después de la muerte, sino
que continúa desarrollando después de la muerte. Pero entre tanto aquí,
el crecimiento no tiene una meta. Algunos pueden decir como objetivo
alcanzar el Nirvana, o la Unión con Dios, la Faná de los sufís, la Tierra
Prometida de los hebreos. Pero aquí ocurre una paradoja extraordinaria.
Lo hemos encontrado en todo místicos, en el budismo también. A priori
parecería que un espiritual trabaja para tener una gran experiencia y
llegar a sumun de la felicidad. Pero resulta que cuando llega no le es
suficiente. Y al día siguiente está buscando otra, y luego otra, y durante
el resto de sus días insiste persistentemente en ir una y otra vez a por la
experiencia. Y cuando por alguna razón no consigue volver a la experiencia
entonces entra en crisis, una desazón interna que no le deja vivir en paz,
y la busca y se desespera porque no vuelve la experiencia. ¿Qué terrible
atracción tendrá esta experiencia que sustrae la vida con tanta fuerza? Así
describe Juan de la Cruz una experiencia, un toque:
7. Y le son al alma tan sabrosos y de tan íntimo deleite estos toques,
que con uno de ellos se daría por bien pagada de todos los trabajos
que en su vida hubiese padecido, aunque fuesen innumerables, y
queda tan animada y con tanto brío para padecer muchas cosas por
Dios,…1
O sea, una experiencia de estas deja tocado a la persona por mucho
tiempo, quizá para toda la vida. Y este tipo de experiencia es muy dificil
de entender si no la hemos sentido. Pero podemos acercarnos a un tipo
de experiencia más habitual para hacer un símil. Bien, ¿qué pensábamos
nosotros que era el amor antes de sentirlo? ¿Qué experiencia teníamos?
Y luego, si nos hemos enamorado y hemos experimentado ese gran amor,
¿qué decimos ahora? Si has experimentado un profundo amor y lo quieres
contar a quien no lo ha experimentado el otro no te entiende. Antes de
sentirlo uno no podría creer que se pueden sentir cosas tan fuertes y tan
profundas. Pero cuando se sienten, cambia todo, hasta la opinión sobre el
mundo y sobre uno mismo. Uno quisiera sentir eso todos los días a todas
las horas.
1 Subida del Monte Carmelo, Juan de la Cruz. Ed. BAC Madrid 2005. (L 2, XXVI, 7). pág. 383.
Bueno, es algo parecido. La experiencia mística se acerca a este tema
del amor profundo y verdadero. Es un tipo de experiencia tal que no
existen palabras para describirlas y deja al sujeto en tal estado que su vida
se transforma y ya en adelante ese será el alimento que necesitará para
vivir.
Todos podemos de alguna manera hacer un esfuerzo para entenderlo.
A veces nos hemos sentido alegres, a veces nos hemos sentido eufóricos.
Hay diferentes tipos de alegría. Algunas más superficiales, explosivas y que
rápidamente pasan. Hay otras un poco más profundas, más estables. Y si
profundizamos un poco más aun, uno puede sentir una suave y profunda
alegría que deja en uno un sabor diferente, un sabor de algo importante,
de algo con mucho valor. Quizá no lo sabemos explicar, pero el sabor que
queda nos deja una señal que no se olvida fácilmente. Teresa de Jesús
explica:
Fija Dios a sí mismo en lo interior de aquel alma de manera que
cuando torna en si en ninguna manera pueda dudar que estuvo en
Dios y Dios en ella. Con tanta firmeza le queda esta verdad, que
aunque pase años sin tornarle Dios a hacer aquella merced, ni se le
olvida ni puede dudar que estuvo.2
Estamos intentando acercarnos a la experiencia pero es muy difícil.
Para todos ellos una vez que has tenido un contacto con lo Sagrado, con
lo Trascendente, ya todo lo de este mundo te parece deslucido, gris, soso.
Ibn Arabi hace esta descripción:
Continúa con el dhikr hasta que te vacíes del mundo de la
imaginación y vislumbres el de los significados abstraídos de toda
materialización. Insiste en tu dhikr-recuerdo hasta que descubras
a aquel al que recuerdas. Si El, por El mismo, aniquila tu recuerdo,
(…)
Si su invitación no te detiene elevará hasta ti una luz en la
que no verás otro que a ti mismo. Una pasión inmensa y un
amor violento nacerá en ti que te inclinará hacia ella y donde
encontrarás, a través de Allah, un placer que nunca hubieras
podido imaginar y todo lo que has presenciado anteriormente te
parecería insignificante y mínimo. Te agitarás como una antorcha
dentro de esa luz.3
2 Moradas del Castillo Interior. Teresa de Jesús. Ed. BAC, Madrid 1977. Moradas Quintas, Cap. 1, pág. 394
3 Ibn Arabi, El tratado de las luces o el libro del viaje nocturno, Traducción: Abderraman Mohamed Maanan. Me he
permitido la licencia de incluir esta cita aunque no es una cita bien referenciada. No existe una edición impresa de
este libro sino una traducción que corre por Internet. En cualquier caso, por la belleza de este texto, por su fuerza,
merece la pena esta incorrección.
En fin, en este libro encontrareis muchas experiencias extraordinarias
y será un deleite leerlas y quizá sirvan de inspiración para los buscadores
de las cosas importantes de la vida. Todas estas experiencias nos hablan
directa o indirectamente del tema capital, o sea, de la trascendencia, de
la inmortalidad. De tal manera que podríamos afirmar que la mística es
aquella búsqueda de la experiencia que muestra la inmortalidad y pone al
sujeto en el camino hacia su propia divinización.
No me parece el caso de discutir si se puede o no se puede tener una
experiencia con la inmortalidad. Para los místicos es indudable. Para mí
también es indudable. Se puede tener. Mucha gente la tiene. Quizá no
saben reconocerla, quizá no la comprenden o tiene dificultades para
aceptarla en este mundo en el que es un tabú hablar de estas cosas. Pero
sin duda que mucha gente tenemos experiencias de este tipo.
Yo he tenido algunas experiencias gracias a que hace unos años empecé
a participar en el Mensaje de Silo. En una situación de fracaso existencial
encontré en esta nueva espiritualidad un Camino y unas experiencias
de crecimiento y liberación. En esta espiritualidad hay procedimientos
que practicados con unidad interna y humildad ponen al buscador en la
posibilidad de experimentar y sentir lo sagrado y lo trascendente que hay
en él.
Sentir esto me parece que es lo importante de la vida. Al menos para
nosotros. Y nuestra propia visión y la visión acerca de la historia y acerca
del ser humano están cambiando. En los últimos siglos la mística y la
experiencia espiritual, incluso en el seno de las religiones, ha estado
olvidada, desconsiderada. Se creían que eran cosas de alucinados. Y la
visión que nos han contado de la historia ha estado teñida y filtrada por
esta visión material de las cosas, al menos en Occidente. Y en el futuro
se reescribirá la historia revalorizando el impacto que tuvo la irrupción
en determinados momentos históricos del fenómeno trascendente.
Muy pocos se han apercibido de este impacto. Entre estos pocos está el
historiador Arnold J. Toynbee quién afirma:
“Ahora bien, ¿quiénes son los individuos que constituyen
los máximos benefactores de la generación viviente de la
humanidad? Yo diría: Confucio y Lao-tse; el Buda; los Profetas de
Israel y Judá; Zoroastro; Jesús y Mahoma; y Sócrates.”4
(…)
“Las obras de los artistas y hombres de letras sobreviven a las
acciones de los comerciantes, los soldados y los estadistas. Los
CE. Arnold J. Toynbee, Civilizatión on Trial (Oxford University Press, New York, 1948), pág. 156.
4
poetas y filósofos descuellan sobre los historiadores, mientras
que los profetas y los santos se hallan en la cima de todos ellos y
los trascienden”
Claramente ha sido así. Hace 2500 años, en el norte de la India aparece
un hombre que empieza a irradiar una nueva filosofía, una nueva forma
de vivir, una nueva forma de meditar para superar el sufrimiento, para
alcanzar la felicidad en esta vida, para acceder al nirvana. Con el paso
de los siglos el budismo corre por toda Asía impactando en las culturas,
transformándolas, cambiando las creencias, los valores, las formas
de vivir. Todas las capas sociales fueron afectadas, todos los sectores
sociales. Incluso los gobernantes modificaron su comportamiento y sus
decisiones. ¿Cuántos ejemplos tenemos como el de Buda? Tenemos
bastantes.
Gracias a estos Maestros y a los místicos el ser humano ha ido
avanzando hacia una vida más coherente, menos violenta, más
bondadosa. Y de nuevo se acerca el momento histórico en el que
lo espiritual se va despertando. De nuevo el ser humano en la crisis
profunda de valores en la que está, va abriendo su mente y su corazón
a las búsquedas profundas y a las experiencias espirituales. Y las va a ir
teniendo. Como las tuvo en el pasado las tendrá de nuevo.
Para mi es indudable que el futuro va a ser espiritual, que avanzamos
hacia un ser humano bondadoso y espiritual superando este momento
histórico de derrumbe de valores y creencias. Porque comprenderá que el
contacto con lo Sagrado es lo que da sentido a la existencia.
Un nuevo mundo va a llegar, quizá nosotros no lo veamos. Pero el
ser humano está necesitando despertar internamente, está queriendo
encontrar una luz que le ilumine, está materializando ya una nueva escala
de valores reflejo de algo profundo que se está moviendo. Quizá aún no es
muy consciente, pero soplan tiempos de cambios profundos y, a pesar de
la violencia y los desastres, será para bien, será para ver a un ser humano
nuevo que se levanta y aspira a una nueva sociedad digna, no violenta y
ahora planetaria. Porque una nueva espiritualidad y una nueva mística se
están despertando.
Nada más, muchas gracias.